top of page

Bueno, ¿y qué hacemos con la fast fashion?

Aunque el término es relativamente nuevo, es un fenómeno que se ha gestado desde los años 90 y se ha ido fortaleciendo poco a poco, con el agravante que en los últimos años la continua demanda de nuevas prendas y el alto nivel de consumo ha hecho que la estrategia de marketing se salga cada vez más de control.

 

Todos hemos caído en la trampa del cheap-chic, hemos comprado en tiendas retail para ahorrarnos unos cuantos pesos y estar en la misma onda de tendencias; en el momento de la compra no estamos pensando en los niños explotados, en las mujeres trabajando en condiciones infrahumanas o en la cantidad absurda de contaminación que genera la producción, solo pensamos en la buena compra que estamos haciendo y en la próxima que realizaremos.

Sin embargo, el fenómeno de fast-fashion no podría ser más acorde al tiempo y al tipo de sociedad en que vivimos; demandamos -sí, en plural porque TODOS lo hacemos-  inmediatez, queremos lo último y lo queremos ahora, por esto tachamos de lenta o anticuada a cualquier marca que aún no esté a la vanguardia con lo que necesitamos. Lo anterior, es solo una muestra, desde el ángulo de la moda, de la radiografía del colectivo social en que estamos inmersos.

No obstante, existe un alto, una perspectiva que merece ser analizada y tomada como un tema importante a la hora de hacer juicios hacia la reprochada fast-fashion. No todo el mundo tiene el dinero suficiente para costearse prendas de lenta producción. La contra parte del fenómeno en cuestión es la slow-fashion o “moda sostenible”, colecciones más personalizadas, empleando materiales amigables con el planeta, menos volumen de unidades, mucho más detalladas y con mayor calidad; lo cual implica más tiempo de producción y costos más elevados que se ven reflejados en el precio final de la prenda.

Tal vez personas conscientes de la situación detrás de la moda rápida y con la capacidad económica, así como tú o como yo, podemos costearnos algunas prendas tiposlow-fashion, y eso, no siempre. Pero existen otros que simplemente no pueden gastarse casi o más de la mitad de un salario mínimo en una sola prenda, por lo tanto acuden a la moda industrializada, y lo los culpo, todos tenemos que vestirnos y la mayoría de aquellos que recurren siempre a la rapidez están haciendo una compra acorde a sus capacidades económicas; no podemos criticar y exigir a quienes acuden a la industria retail cambiarse al bando sostenible cuando ese bando sobrepasa su poder adquisitivo, simplemente no podemos ser tan egoístas y juzgar una situación en cual no estamos.  

Por último, no busco proteger, mi mucho menos justificar el retail cloting; no podemos ignorar los estragos de la rapidez de la moda industrializada, pero tampoco podemos ignorar a ese gran nicho de mercado que prácticamente depende de ella para suplir la necesidad del vestir.¿Cuál es la solución?, ¿qué proponen entonces los que se dedican a reprochar la práctica?, ¿cómo van a tener en cuenta a esa gran población que consume en retailsporque no puede costear algo más? Hay que pensar en el gran panorama, debemos encontrar un equilibrio entre rapidez, economía y sostenibilidad para que cada uno de los públicos se vea favorecido y no enjuiciemos a quienes aún acuden a la industria de la moda inmediata.  

 

 

Hasta muy pronto.

Cam ♡ 

Los últimos días me he visto bombardeada por varios artículos que critican y condenan la tan popular fast-fashion; para quienes aún no lo saben, el término se le acuña a una estrategia de mercado donde tiendas tipo retail como Berska, Forever 21 o H&M lanzan nuevas colecciones en menor tiempo y con menor coste de producción.

Glam by Cam ©
María Camila Hurtado Hernández
E-mail me
Medellín 
Colombia
Última actualización Septiembre/2017
  • Facebook - Grey Circle
  • Instagram - Grey Circle
Todos los derechos reservados
bottom of page